Al principio tenemos los ánimos por las nubes. Controlamos lo que comemos, la cantidad de ejercicio que hacemos, cómo nos sentimos, los cambios de peso, etc., pero a veces podemos relajarnos demasiado y caer en los viejos hábitos. Se necesita tiempo para crear nuevos hábitos y, para ello, conviene llevar un registro de lo que hacemos cada día.